lunes, 29 de febrero de 2016

La real academia define la palabra "imposible" como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder; y define "improbable" como algo inverosímil que no se funda en una razón prudente. Puestos a escoger, a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo supongo. La improbabilidad duele menos, y deja un resquicio a la esperanza, a la épica. Que David ganara a Goliat, era improbable, pero sucedió Un afroamericano habitando la Casa Blanca era improbable, pero sucedió. Que los Varón Rojo volvieran a tocar juntos era improbable, pero también sucedió. Nadal desbancando del número uno a Federer. Una periodista convertida en princesa. El 12-1 contra Malta. El amor, las relaciones, los sentimientos, no se fundan en una razón prudente por eso no me gusta hablar de amores imposibles , sino de amores improbables; porque lo improbable es por definición probable. Lo que es casi seguro que no pase es que puede pasar. Y MIENTRAS HAYA UNA POSIBILIDAD, MEDIA POSIBILIDAD ENTRE MIL MILLONES DE QUE PASE, VALE LA PENA INTENTARLO.

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