martes, 19 de abril de 2011

Enamorada de mi mejor Amigo




Alguna vez una amiga me comentó que un chico y una chica nunca podrían llegar a ser mejores amigos. Su teoría de la amistad la llevaba a asegurar y a rejurar por toda su descendencia que eso era imposible porque al final -decía- siempre se terminaban enamorando.

Lourdes Fernández


No le creí. Es más, me enterqué y la reté. Me prometí mantener una sola idea firme: mejor amigo = hermanito. Claro que no pensé que el reto me terminaría explotando en la cara. El verano de ese año se había convertido en un tormento. Salir con Carlos (mejor amigo, pata, yunta, chochera, etc.) ya no era el plan usual en el que gastábamos las horas contando chistes, hablando de nuestros sueños o de las tonterías que nos ocurrieron el fin de semana. Ahora, él hablaba y yo escuchaba atenta, esperando que algún día me dijera: sí, yo también me he enamorado de ti. Nunca sucedió.


En cambio, por ser la super mejor amiga me tuve que aguantar las historias con sus novias, sus 'agarres' y todos los encuentros con aquellas que no eran 'sus patazas' como yo. Mi papel como tal me tenía anulada de su mapa de conquistas. Sus abrazos, sus jugueteos con mi cabello, las cosquillas que sabía que tanto odiaba pero nunca rechazaba. Todo, absolutamente todo se convertía para mí en una señal para descifrar lo que él sentía, pero nunca lograba nada. De repente, 'mi Carlitos cara de pavo', se había transformado en mi amorcito..

Empecé a creer que era verdad lo que esa amiga hechicera había presagiado. Me había enamorado de mi mejor amigo y no sabía cómo hacerle entender que él también tenía que enamorarse de mí. Ya en este lado del ring, las posibilidades de escapar se habían vuelto escasas: o me la jugaba confesándole todo o seguía mordiéndome los labios, y tragándome el drama. Decidí ir despacio: atraparlo, finalmente había confianza. Solo faltaba que él 'abriera los ojos' y volteara a plantarme un beso.

Primer error. Si el amigo no te ve de la misma manera, así le cambies los lentes o te empeñes en 'aclararle' el panorama, es imposible que los esfuerzos rindan frutos. Es cierto que a pesar de las evidentes choteadas, nosotras terquísimas insistimos guardando la esperanza. ¿Quién mejor para estar con él que yo, que lo conozco tanto, que sé sus gustos, que conozco a su familia? Segundo error. Llegar al extremo de Julianne, en La boda de mi mejor amigo, quien le confesó a su mejor amigo Michael que estaba enamorada de él, para intentar ilusamente detenerlo.


Decírselo ayuda pero podría resultar contraproducente. Yo opté por guardar la esperanza, dejando que el sentimiento se oculte. Sin embargo, la tortura terminó desgastándome. Ser su pañuelo de lágrimas solo me lastimaba. Carlitos se volvió mi amor platónico, y él ni enterado. Supongo que estar del otro lado debe resultar también problemático, porque ver a nuestros mejores amigos sufriendo no debe ser saludable, así como también deben existir casos en donde ambos han terminado enamoradísimos y felices. El mío no resultó.

Sacado del diario peru 21 y este post fue redactaro por los periodistas: por Lourdes Fernández, Ana Briceño y Alonso Izaguirre.